Artículo escrito por Juan Salazar, socio de «Los de José y Juan».
El toreo es un rito y el torero es el oficiante. Como ceremonia, el que viste de luces representa unos valores y forma parte de una liturgia que debe cuidar, mantener y respetar.
Los toreros se deben mostrar como tales dentro y fuera del ruedo. Son seres capaces de hacer algo superior al resto de los mortales, lo que nos genera admiración; además son custodios de toda una tradición. Recuerdo hace años, en la santanderina feria de Santiago, ver a un torero que estando acartelado salía por la mañana del hotel en traje de baño y con la toalla al hombro camino de la playa. ¡Qué mala impresión me causó! ¿Es que no tenía derecho a ir a la playa como un ciudadano normal y corriente?, pues en mi modesta y discutible opinión, un torero tiene todo el derecho del mundo a disfrutar de unos días de descanso y darse baños de mar pero si se desplaza a una población a torear, lo que viaja no es un ciudadano normal, ¡es un torero! y un torero no sale en bañador, camiseta y chancletas como el resto de los mortales, no, eso no debe hacerlo. Aunque en este caso, el comportamiento descrito me resultaría «una falta menor», un pecado venial.
Siempre me ha parecido que la vestimenta es importante. Hace años, uno de los matadores más admirados nos comentaba a un grupo de aficionados:
«La corrida de toros es un rito; el rito tiene la función de predisponernos sensorialmente. El rito necesita una liturgia y para ello la vestimenta es importante. Los militares, los sacerdotes y los toreros rebosan oro, y curiosamente los tres están relacionados con la muerte. ¿Si no me visto bien cómo voy a hacer creer a la gente que lo que hago es relevante? En el toreo no se puede banalizar nada.»
Todo esto es lo que me vino a la cabeza cuando días atrás observé una imagen de doce toreros descubriendo sus vergüenzas en un calendario que ya el título era una declaración de intenciones: «Instintos Salvajes».
Vivimos en tiempos de cambio, en los que determinadas imágenes que antaño pudieran parecer censurables, hoy día se entienden como algo normal, soy consciente de ello. En esto del gusto, las valoraciones son muy subjetivas, lo que a unos les resulta una figura estética a otros nos genera rechazo y produce regurgitaciones; pero no, no se trata de gustos, se trata de respeto. Aquí ya no hablamos de una «falta menor»…
El torero, por dignidad, debe respetar los espacios, los lugares, los ritos y las vestimentas. Se lo debe autoexigir y los aficionados lo tenemos que demandar; existen límites, no vale todo.
Alguien puede considerar artístico fotografiar a un ciudadano en actitud vejatoria en una plaza, pero el protagonista de esa foto nunca puede ser un torero. Un matador, incluso puede estimar que es muy creativo fotografiarse en poses insinuantes, pero nunca debe hacerlo con una chaquetilla o una taleguilla o delante de la puerta de toriles. Eso ya no es cuestión de gustos, sino de falta de respeto a la indumentaria que luce en el ruedo para admiración de los aficionados, la vestimenta que le ha encumbrado; cuando esa prenda se utiliza con otros fines, me parece un sacrilegio.
Las taleguillas se abren, pero solo si el pitón del toro la desgarra, ese el único momento en el que una taleguilla se descubre ante el público; ¡la prenda no se destapa para mostrar las partes pudendas en poses más propias de calendarios de pésimo gusto!
Siempre he dicho que delante de un torero, me pongo de pie y me descubro. Cuando veo estas cosas lo que siento es muy diferente.
Juan Salazar
Nota: Por cierto, no puedo por menos que aprovechar estas líneas para plantear a nuestra Peña una actitud más activa en la denuncia de este tipo de cuestiones. Si mi modesta reflexión es compartida por la mayoría, por no decir totalidad de los socios, estimo que deberíamos emitir una opinión institucional. Creo que estamos obligados a ello.
Juan Salazar Larraz, socio de la Peña Taurina «Los de José y Juan» es licenciado en Farmacia y MBA por el Instituto de Empresa. Aficionado y abonado de la plaza de Las Ventas, es autor de los libros “Remembranzas Imaginarias; Madrid Museo Taurino Abierto”, “Toros sin complejos” y coautor de “Ernesto Pastor; la grandeza de lo invisible”. Es responsable del programa radiofónico “Los Toros, nuestra Historia” de Decisión Radio.
Suscribo plenamente la opinión del autor del articulo.
Juan, muchas gracias por tu articulo, dignificas la afición y engrandeces a nuestra peña. Gentes como tu son muy necesarios.
Graciss
¡No puedo estar más de acuerdo!
Aunque el tema ya viene de largo, nunca es tarde para mostrar la existencia de una sensibilidad mayor en el tendido que en el ruedo…
Enhorabuena